23/12/09

pigmalionismo

Me enamoré de mi propia obra y el amor era tan fuerte que me acostaba con ella cada noche. La chupaba, la manoseaba, la quería tanto que acabé por gastarla.

Cuando mi obra desapareció de tanto beso y tanto amor llegó por fin el duelo. Pero el duelo no era duelo sino melancolía...

Y fue entonces y sólo entonces cuando vendí la obra.

2 comentarios: