Me enamoré de mi propia obra y el amor era tan fuerte que me acostaba con ella cada noche. La chupaba, la manoseaba, la quería tanto que acabé por gastarla.
Cuando mi obra desapareció de tanto beso y tanto amor llegó por fin el duelo. Pero el duelo no era duelo sino melancolía...
Y fue entonces y sólo entonces cuando vendí la obra.
23/12/09
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Precioso.Sigue escribiendo, contando y diciendo lo que te de la gana!
ResponderEliminarQué bello poema!!!!!!!
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