11/6/11

El conejo de la suerte

Jugamos al conejo de la suerte y conseguí llevarme a la cama al chico y a la chica que más me gustaban de mi clase. Haciendo reverencia con mi cara de inocencia me gocé el primer y mejor trío de mi vida sexual. Nunca ha vuelto a ser igual. Lo mejor de hacer un trío es la foto. O al menos así lo sentí yo en ese momento en el que empezaba a convertirme en la gran víctima del régimen escópico, y ahí seguimos. Como decía, la mayor fuente de placer la proporciona la imagen misma que estás protagonizando. Saberte parte de una fantasía recurrente, pensar durante el polvo en las palabras que vas a usar para contarlo luego, tener la certeza de que regresarás a esa imagen una y otra vez en cada paja. Eso y no el trío en sí es lo mejor de hacer un trío. Y nunca ha vuelto a ser igual porque nunca ha vuelto a ser igual.


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